Si bien tradicionalmente se considera que son las mujeres que trabajan quienes se ven forzadas a modificar su relación con el empleo a partir de la llegada de los hijos, los nuevos paradigmas de paternidad, donde el hombre toma un rol más activo en la crianza, llevan a que ellos también deban adaptarse laboralmente a las exigencias de la vida en familia.
“En una sociedad en la que el concepto de familia es mucho más amplio y complejo que en otros tiempos, y que a su vez pretende formar ciudadanos que se desarrollen sanos emocional y físicamente, es imprescindible garantizar la presencia paterna”, expresa Fernando Rivera, Gerente de Servicios de RRHH de Gestión Compartida.
Según las leyes laborales argentinas, los padres tienen dos días de licencia por paternidad. Esto no solo está muy lejos de Noruega, con sus 112 días, sino que ni siquiera se equipara con otros países latinoamericanos, ya que, por ejemplo, en Ecuador se otorgan diez días, en Colombia ocho, y en Brasil y Chile cinco días.
En una investigación realizada en nuestro país por la consultora D’Alessio IROL para Gestión Compartida, surgió que un 98% de los consultados coinciden en que la licencia paterna debería ser por lo menos de una semana. Y de hecho, la mayoría (76%) sugeriría entre 15 días y un mes.
La investigación de D’Alessio IROL y Gestión Compartida también muestra que en la actualidad los hombres también deben realizar cambios en sus rutinas laborales a fin de participar más de la crianza de sus hijos.
De hecho, la mitad de los padres trabajadores ha mencionado que suele pedir permiso para salir más temprano a fin de no perderse actividades relacionadas con lo escolar. Un 30% de los hombres consultados ha pedido licencia alguna vez para cuidar a sus hijos. E incluso 1 de cada 3 consultados ha decido sacrificar días de vacaciones para estar más presente cuando la familia lo necesitó. Otro de los cambios más habituales es modificar los horarios para hacerlos coincidir con la entrada/ salida del colegio.
Esta necesidad de cambios no es ajena a los empleadores. Según Rivera, “Frente a una demorada y esquiva actualización de las normativas, son las propias empresas las que innovan y dan muestra contundente de flexibilidad y sensibilidad. Así, se han intensificado los programas de RR.HH que tiene como objetivo buscar un balance entre el trabajo y la vida privada”.